Hace unas semanas llovió. Estaba en casa de mis suegros, que viven en el campo, cuando observé, curiosa, decenas de caracoles que habían salido de su escondite. Seguía lloviendo, pero no me pude resistir. A mi mente vinieron recuerdos de infancia, cuando nos íbamos a "hacer caracoles" a casa de mi abuela, que también vivía en el campo.
Jamás los había cocinado y hacía más de quince años que no comía. Era mi padre quien los traía y desde que se nos fue, nunca los volví a probar.
Ese día me decidí a hacerlo. Cogí unos cuantos caracoles y el resultado, aquí lo tenéis: una tapita para chuparse los dedos.
(Fotografía personal)
INGREDIENTES (4 personas)
- 1 kilo de caracoles limpios.
- 2 tomates.
- 1 cebolla.
- 1 diente de ajo.
- Pimentón dulce.
- 1 o 2 guindillas dependiendo de su tamaño.
- 1 chorrito de vino blanco.
- 7 u 8 almendras molidas.
PREPARACIÓN:
-Después de haber tenido tres o cuatro días los caracoles purgando en una malla con un poco de harina, los pasaremos por tres o cuatro aguas limpias, con el fin de limpiarlos por completo.
- Poner agua a fuego lento y añadir los caracoles.
- Dejar que salgan de su caparazón y cuando esto ocurra subir el fuego al máximo. (Permitidme un sentido inciso: ¡Pobrecitos! La verdad es que me supo mal de verdad, es algo cruel, pero así es como se les engaña).
- Cocerlos durante unos veinte minutos.
- Preparar mientras tanto la salsa poniendo un chorrito de aceite en una sartén.
- Añadir los tomates y la cebolla cortados menudos y el ajo laminado.
- Añadir después las almendras molidas, el chorrito de vino blanco y seguir cociendo.
- Cuando la salsa esté hecha añadir los caracoles y darles otro hervor.
- servir caliente en cazuelita de barro.
¡Buen provecho!
NOTA: Hay muchos métodos para limpiar los caracoles. Recuerdo que mi madre los tenía muchos días en el patio de luces dentro de una malla colgada de un clavo. A eso se le llama "purgar". Los caracoles van haciendo sus "cacas" y limpiándose por dentro. Hay que tener en cuenta que van por el campo comiendo todo tipo de hierba.
Hay quienes les ponen una ramita de romero y dicen que les da un sabor especial. Yo leí que se les podía poner harina y así lo hice. Los tuve unos tres días con esa dieta y cuando sus "caquitas", con perdón ya eran blancas, ya estaban limpios. Luego los pasé varias veces por agua clara. Por supuesto, todos estaban vivos y limpios, bien limpios.
Por cierto, en mi malla puse cincuenta y cinco caracoles y al cabo de unos días me encontré unos cuantos fuera de ella, pegados a la lavadora, en la baranda del balcón, etc. ¿cómo habían llegado hasta allí? Pues se habían escapado por un huequecillo. ¡Qué listos! Los volví a poner dentro y cuando los cociné me encontré sólo con cincuenta.
Me pregunto ahora donde estarán los otros cinco. ¿Habrán escalado todo el edificio? ¡Pues vivo en un cuarto y hay ocho pisos! En fin, no era ese su destino y lo celebro por ellos, espero que sigan tan campantes paseando por el campo, esperando que caiga la lluvia para salir a darse un respiro.
Hola Mitechu, veo tu cazuelita con los caracoles, y así visto me resultan muy apetitosos...la receta que pones debe estar buenísima...pero es que yo, nunca he comido caracoles.
ResponderEliminarBueno, miento, en Alpera hacían unos que les llamaban Chirrinelas, que eran muy pequeñitos...y les ponian una salsa muy picantona, todo el mundo se ponía morao...pero a mi siempre me ha dado la sensación de que me comía lo que no se comía...osea las caquitas, ja,ja,ja,. No me fiaba de que los hubiesen limpiado bien...
De todos modos, ya te digo, viendo y leyendo tu receta, imagino que si que me comería una tapita como dices...Y seguro que me sabría muy bien...
Besitos y gracias por ponerlos.
Hola Maitechu, tu receta parace estar de rechupete. Mi padre gozaría de lo lindo. Lástima que a mi no me gustan, pero tomo nota para hacérselos a él.
ResponderEliminarBesos.
Ainssssssss Teresita, qué recuerdos!! Cuando yo te digo que nos parecemos más de lo que piensas......
ResponderEliminarCuando era pequeña, nos íbamos toda la familia y con amigos de mis padres y sus familias, nos juntábamos como 6 matrimonios con las chavalerías, entre la que me encontraba yo. Íbamos a pescar al Ebro, mientras las mamás hacían el rancho, o lo que tocara comer, pero nosotros sólo hacíamos que jugar, correr, disfrutar.... yo tenía como 10 o 12 años. Ahora muchas veces me pongo a pensar.... Mi madre, pobre!!, hacía comida para todos, si tocaban albóndigas, pues ea!, una quintelada, o tortillas, o carne, o conejo con tomate, lo que tocara, porque además del rancho, había segundo plato... Y además, como a las 7 de la mañana ya estábamos allí, porque pareciera que los peces si no veían ambientazo se marchaban a otras plazas, pues anda que no había día para ir comiendo. Y no había madrugadas para mi madre preparar comidas, porqué? Porque para mi padre, la mejor comida del mundo, la mejor cocinera, era su mujer, con lo cual, a la pobre le tocaba hacer la de todos. Que depresión las otras mamás, no?, o que aplausos con las orejas de pensar que había alguien que hacía las comiditas mientras ellas animaban, jajaja.
Todo esto viene, a que cualquier domingo de esos que salíamos, si se ponía a llover, pues imaginad.... éramos como gnomos que salieran de sus setas a recorrer los ribazos, los campos, y arrasábamos con los caracoles de 10 kms a la redonda, jajaja. Los campesinos contentísimos, porque por la zona eran una auténtica plaga, se comían todo los hermafroditas, será que comen más por eso, no sé.
Después, evidentemente, era mi madre la que los hacía para todos y siempre de dos maneras diferentes:
1 - sólo cocidos y con ajolio que hacía ella (mayonesa con ajo), se iban untando y se iban comiendo!!.
1 - con tomate y pimiento rojo, o sin él, pero con tomate picantillo. Qué ricos por dios!!! Eran todo un rito.
Y sí, también los guardaba en una red, bueno, era una nasa de pescadores muy finita para que no escaparan y se purgaban, recuerdo ese término perfectamente.
Después los "escarmentaba" como dices tú, engañándolos con la temperatura del agua para que no quedaran dentro, sino que estuvieran todos saludando con lo cual se podían pinchar sin ningún problema. Si ellos hubieran sabido que saludar no era bueno en ese momento!!.
Imaginad los coches parados en las cunetas de la carretera (ahora impensable), y toda aquella tropa bajando de los utilitarios y con una sonrisa de sol a luna de pensar que en breve, nos íbamos a dar una buena caracolada!!
Eso sí, fuera de casa no los he comido jamás, por aquello de lavarlos bien, limpiarlos y tal, así que.... espero ir perdiendo ese asquito que me da comer algo que no se sabe como ha sido manipulado, y poder darme algún banquetazo un día de estos en cualquier sitio, en casa de María Teresa mismo, para que voy a pensar más.......
Me he extendido, lo siento, pero se me han ido los dedos.
Guay Maitechu mía. Te echaba de menos, que lo sepas.
Un besazo
Vivi
P.D. Ya sabes que no releo, y a partir de hoy lo sabéis todos también, así que si hay algún patadón a algo, ahí se queda!. Y si sobra o falta, pues ponéis o quitáis sin miedo!.
Jajaja... Vivi, ¡qué bonitos recuerdos nos has contado! ¡Me ha encantado, que lo sepas!:-) Y me ha gustado mucho la palabra "ajolio". Nunca lo llamo así. Aquñi lo llamamos all-i-oli y en castellano, conocía la palabra ajoaceite. Ya veo que los mañicos lo decís de una manera especial. Nunca te acostarás sin saber una cosa más.
ResponderEliminarPor cierto, ¿què dices? ¿¿¿¿que quieres darte un banquetazo en mi casa???? Pues ya tardas, este veranito, soy, playa y banquetazo, lo que no ncreo yo es que tenga caracoles a nos ser que sean de mar, jajaja...
Besitosssss...
PD Ni sobra ni falta nada a tu comentario, está perfecto.
Yo también me he acordado de ti, pero hija, estoy de un liado que ya ves, diez días sin escribir. Ayer me desahogué, como puedes ver, y por lo visto hoy, tú tanmbién. ¡Guay!:-)
Pilar, ¡qué ilusión encontrarte aquí! Si a tu padre le gustan los caracoles un día se los haces, son sencillitos. Y ya ves que Vivi nos ha dado dos ideas más. De aquí, entre todos, sale un libro de cocina, seguro, jajaja...
ResponderEliminarBesitosssss.
Luisi, ¿ves? Tú también has comido. Es cierto que dan algo de asquito por lo general, y hay mucha gente a la que no les gustan, pero te aaeguro que están riquísimos. A mi padre le encantaban.
ResponderEliminarUn beso, guapísima.